BASTA DE HISTORIAS

 Por: Andrés Oppenheimer


Decía Gates, “a Latinoamérica le falta una dosis de humildad para darse cuenta cuál es la verdadera posición de sus grandes universidades y centros de investigación en el contexto mundial. Todos los países deben empezar con humildad. Lo que más asusta de China es su nivel de humildad. Los gobiernos latinoamericanos no solo alardean sobre sus logros en el campo académico y científico, sino que la gente parece convencida de la competitividad de sus universidades. Las grandes universidades latinoamericanas están blindadas contra la rendición de cuentas a sus sociedades gracias a la autonomía institucional de que gozan. Son las vacas sagradas de América Latina. Las universidades no son tan buenas como deberían ser, pero son mejores que hace 10 años”. “La manera de despegar es sintiendo que estás quedándote atrás. El peligro es que, si la gente está satisfecha, no existe la exigencia social de mejorar los estándares educativos”. En Latinoamérica las universidades están repletas de estudiantes que cursan carreras humanísticas que están totalmente divorciadas de la economía del conocimiento. Hay demasiados estudiantes en derecho, psicología, sociología, filosofía e historia y pocos estudiando ciencias e ingeniería. 

Actualmente el 57% de los estudiantes de la región cursan carreras de ciencias sociales, mientras que apenas el 16% cursan carreras de ingeniería y tecnología. En China todos los años ingresan en las universidades casi 1.242.000 estudiantes de ingeniería contra 16.300 de historia y 1.520 de filosofía. Mientras los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el futuro, los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados con el pasado. La obsesión de los asiáticos está en cómo volverse más competitivos, ganar posiciones en la economía mundial, reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de sus poblaciones. En América Latina está ocurriendo exactamente lo contrario, se vive aun con la idea de que los vivos están guiados por los muertos. Solo el 2% de la inversión mundial en investigación y desarrollo tiene lugar en los países latinoamericanos y caribeños. 

Comparativamente, el 28% de la inversión tiene lugar en los países asiáticos, 30% en Europa y 39% en Estados Unidos. De ese 2%, en Brasil se invierte el 62% de todo el gasto regional; En México 13%, Argentina 12% y Chile 4%. Uno de los principales motivos del rezago latinoamericano es que la mayor parte de la investigación se hace en el ámbito académico estatal, y está divorciada de las necesidades del mercado. El porcentaje del sector privado en la investigación en Corea del Sur es del 74%, en Estados Unidos 64%, en la China comunista 60%. En Argentina es apenas el 26%, en Brasil 41%, en Chile 29%, en México 30%, Colombia 47% y Venezuela 10%. China invierte el equivalente al 1.4% de su PIB en investigación y desarrollo. No es que falte pobreza pues todavía hay más de 800 millones de pobres. Sin embargo, ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas. El apoyo gubernamental y privado, la protección de la propiedad intelectual, el capital de riesgo, etc. son importantes para que los países puedan incentivar la innovación. “Pero la clave de todo es la educación, la calidad de la educación. 

De otra manera ¿cómo se explica que Estados Unidos, con todas sus desventajas en materia de altos costos de defensa, legales y de salud haya tenido tanto éxito? Se debe a la educación secundaria y universitaria. Ése es el secreto”. Joseph Stiglitz dijo: “El mundo se ha vuelto más competitivo, porque la torta (de la economía mundial) se ha reducido, y los países se están disputando ferozmente sus cuotas de mercado en el exterior… Hace 100 años pasamos de la agricultura a la manufactura, y la Gran Depresión (de 1930) es vista como el punto de demarcación. Ahora nos estamos moviendo de la manufactura a una economía de servicios. Y eso significa que los países deben prepararse, tener los conocimientos y habilidades para competir en un mercado global”. Apenas 27% de los jóvenes en América Latina están en la universidad y otras instituciones de educación terciaria, comparado con 69% en los países industrializados. Solo el 20% de los jóvenes brasileños, 24% mexicanos, 25% colombianos, 31% de los peruanos, 40% de los venezolanos, 42% de los chilenos y 60% de los argentinos se inscriben. ¿Porqué tan pocos llegan a la universidad? Por la mala calidad de la educación primaria y secundaria. 

La economía del conocimiento requiere que los países tengan poblaciones con por lo menos 12 años de educación formal para darles las herramientas con que competir en la economía global, en Latinoamérica el promedio de escolaridad es apenas de seis años. El 20% de las escuelas latinoamericanas carecen de agua potable, el 33% no tienen baños suficientes y el 63% no tiene sala de computación. En los exámenes internacionales los latinoamericanos quedan en los últimos puestos. En el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), un test estandarizado que mide a los estudiantes de 15 años en matemáticas, lenguaje y ciencias, los latinoamericanos tienen los promedios más bajos, de hecho, muy pocos países de Latinoamérica participan en estos test. 
Más horas de estudio. Los niños asiáticos estudian más porque tienen menos vacaciones. En Japón el año escolar tiene 243 días, 220 en Corea del sur, 216 en Israel, 200 en Holanda, 200 en Tailandia y 180 en Estados Unidos. En los países latinoamericanos el año escolar suelen ser de 160 días. Aunque las escuelas funcionen, el problema por el que los niños se están quedando es por insuficiente tiempo de escolaridad. Además de estudiar más días por año, los asiáticos estudian más horas por día. Millones de niños chinos están estudiando 12, 13 y hasta 14 horas. Muchos van a las tutorías adicionales porque quieren mejorar sus notas y así poder aspirar a entrar a una mejor escuela secundaria o universidad. Generalmente van a la escuela entre las 7:30 am y las 3:30 pm, luego tienen clases especiales hasta las 4:40 o 5:00 pm y posteriormente van a centros de tutoría privados. 

En Latinoamérica se tiene la costumbre – que no existe en los países desarrollados – de hacer repetir el grado a los alumnos con bajo rendimiento. Cuando la educación no funciona, los principales beneficiarios del crecimiento económico son los trabajadores calificados, y la desigualdad crece. Ha llegado la hora de crear un PIB educativo, o un PEB, y ponerlo en el mismo rango que el PIB. Lo mejor que le pudo haber pasado a Estados Unidos fue pensar que Japón los haría trizas. 

El caso Singapur.

 Hay una obsesión nacional por la educación. Su billete de dos dólares muestra la imagen de un grupo de estudiantes, con libros sobre la mesa, escuchando a su profesor. Hay bibliotecas en las tiendas comerciales, escuelas de tutorías privadas en todas partes, donde los padres llevan a sus hijos después de las horas de clase para mejorar su rendimiento. Hace cuatro décadas Gran Bretaña se desprendió de Singapur, un pequeño país que actualmente tiene 4.6 millones de habitantes y que era tan pobre y falto de recursos naturales que ninguna otra nación quiso hacerse cargo de ellos. No le quedó más remedio que declarar su independencia en 1965. Su producto bruto al momento de independizarse era menos de la mitad del de Argentina y similar al de México y Jamaica. Hoy gracias a mejorar el nivel de su sistema educativo, tiene un ingreso per cápita de 52.000 dólares por año, el noveno más alto del mundo, mientras que Argentina ocupa el puesto 81, México el 82 y Jamaica el 123. Sus empresas de ingeniería y arquitectura están en todo el mundo. Tienen grandes adelantos tecnológicos como estacionamientos para automóviles con letreros luminosos que informan a cada segundo cuantos lugares vacíos quedan y cuales son los disponibles más cercanos. Los taxis tienen máquinas para aceptar pagos con tarjetas de crédito. En muchos edificios hay ascensores inteligentes que indican que ascensor tomar de acuerdo al piso que se necesita para así evitar tumultos y ahorrar energía, etc. Hoy en día todos los jóvenes entran en algún tipo de institución de educación superior, técnica o vocacional, y Singapur ocupa el primer puesto en ciencias en los exámenes internacionales. 

Como Singapur tiene que importar todo lo que consume, incluso el agua, porque no tiene recursos naturales, se reinventó como una economía postindustrial, atrayendo empresas financieras, farmacéuticas, de biotecnología, ingeniería y arquitectura, para comenzar a exportar servicios de alta tecnología, en especial a Estados Unidos y China. Hoy tienen exportaciones anuales de 235.000 millones de dólares, mucho más que países con poblaciones mayores y repletos de recursos naturales como Brasil con 200.000 millones, Venezuela 103.000 millones y Chile con 69.000 millones de dólares. El primer paso fue la adopción del Inglés como idioma oficial del país y ahora todas las escuelas son bilingües usando el Inglés como primera lengua y las lenguas maternas de los estudiantes como segundo idioma. Pues consideraron que el Inglés es el idioma del comercio mundial y del Internet. 

El segundo secreto fue la internacionalización de la educación, que alienta a la población a que viaje al exterior y tenga contacto con otros países desde la escuela primaria, lo cual ha llevado a que Singapur haya sido clasificado como el país más globalizado, con una economía abierta y una población multilingüe. La política es que las escuelas primarias deben lograr que por lo menos un tercio de sus alumnos hayan realizado por lo menos una excursión guiada al extranjero, y que el porcentaje llegue a 40% en la escuela secundaria, y a 50% en la universidad. En la mayoría de los casos son los padres los que pagan, pero quienes no pueden hacerlo reciben subsidios. Además, Singapur beca a miles de estudiantes extranjeros, especialmente de China, para que estudien en el país, e invitó a las mejores universidades del mundo a instalarse en el país, ya sea por si mismas o en sociedad con universidades locales. Los exámenes son rigurosos. Según el puntaje que obtengan al finalizar primaria, los niños pueden acceder a una escuela secundaria de mayor o menor nivel académico. Argumentan que países que habían disminuido su cantidad de exámenes para no traumatizar a los niños estaban dando marcha atrás y volviendo al sistema de exámenes. Todos los niños son clasificados en una lista al final del año, del primero al último de la clase. El salario inicial de una maestra en Singapur es de unos 2.000 dólares mensuales, además de un bono por mérito anual entre los 3.000 y los 5.000 dólares. El equivalente a lo que gana un joven ingeniero. La corrupción y el favoritismo en el país son mínimos. Los funcionarios del gobierno tienen muy buenos salarios para evitar que sean tentados por la corrupción. No cualquiera puede ser maestro en Singapur. Hay que estar entre el 30% que saca las mejores notas al salir de la universidad. Los maestros son evaluados todos los años y según su desempeños reciben los bonos anuales, quedan estancados o son despedidos. Tras terminar la escuela secundaria y rendir su examen de egreso, un 30% entra en la universidad, un 40% a los institutos politécnicos, un 25% a los institutos de educación técnica, que son escuelas vocacionales, y el 5% abandona sus estudios e ingresa directamente al mercado laboral. Los institutos de educación técnica son modernos edificios, dotados con los últimos avances, con centros de simulación de fábricas o talleres para más de ochenta oficios, incluyendo escuelas de gastronomía, mecánica de automóviles, electricidad, asistencia de enfermería, cosmetología y peluquería Los institutos politécnicos ofrecen carreras de dos años con un tercer año de especialización práctica, por lo general en una empresa comercial. Sus proyectos son de la vida real: creados por los profesores y alumnos para lograr patentes que puedan tener salida comercial. Desarrollan patentes con la idea de generar ingresos y entrenar a los profesores y estudiantes en el campo de la innovación.


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