ORDEN MUNDIAL - PARA RECUPERAR 11 (IV PERIODO)





1. De la bipolaridad a la hegemonía

  • 1  Ver: Forsberg, Randall:  “Introduction” in “After The Cold War: The North/South Divide”, Boston Re (...)
2La euforia inmediatamente posterior a la caída del Muro de Berlín en 1989 y a la conversión pacífica (con excepción de Rumania) de los Estados europeos que anteriormente formaban parte del sistema socialista a la democracia y al sistema de economía de mercado, condujo a percibir la nueva realidad como una que garantizaría el predominio de la ley y de la cooperación internacional, lo que se tradujo en la expresión de “nuevo orden internacional”1.
  • 2  Fukuyama, Francis: El Fin de la Historia y el Último Hombre, Planeta, 1992.
  • 3  Ver: Parsons, Anthony: From Cold War to Hot Peace. UN Interventions 1947-1995,  Penguin, England. (...)
3Posiblemente la expresión más acabada de esa percepción fuese la obra de Francis Fukuyama El Fin de la Historia y el Último Hombre2, complementada por quienes manifestaban que en adelante, superado el conflicto ideológico que daba sentido a la carrera nuclear y a conflictos subsidiarios en el Tercer Mundo, la Organización de Naciones Unidas podía cumplir el rol central para el que había sido creada: la resolución pacífica de los conflictos inter-estatales y la implantación de la paz en el sistema internacional3.
4Pronto, la invasión del ejército iraquí a Kuwait y la atención que los medios de comunicación masiva le proporcionaron, hizo que esa percepción se relativizara y se asumiera que la confrontación armada y la guerra seguían estado presentes como mecanismos de resolución de los conflictos, que éstos no sólo no habían disminuido sino, al contrario, algunos manifestaban un agravamiento con respecto a la situación durante la Guerra Fría. Obviamente, quienes planteaban un “nuevo orden” solamente retenían como elementos de su análisis aquellos procesos de superación de la confrontación armada en sitios como Camboya, África del Sur, Angola, Mozambique, Líbano, Guatemala, Salvador y otros y dejaban de lado la persistencia y agravamiento de otros como los que tenían lugar en los Balcanes, en el Cáucaso, en África occidental y central, en Palestina y en Asia central.
Un elemento nuevo lo constituía el que por primera vez se veía a la mayor parte de los conflictos con el lente de lo doméstico, lo interno, lo local. Ya lo eran durante la Guerra Fría, pero al estar sesgados por la confrontación ideológica Este-Oeste se los analizaba como parte de la conflictividad internacional.
  • 4  Richelson, Jeffrey T. /Edit): Operation Desert Storm. Ten Years After, A National Security Archive (...)
  • 5  Klare, Michael T: “Oil Wars. Transforming the American Military Into a Globe Oil Protection Servic (...)
5Durante la crisis en el Golfo Árabo-Pérsico, en los inicios de la década de los noventa, la ficción del “nuevo orden” se mantuvo en la medida en que las acciones legales y militares contra la invasión del ejército iraquí a Kuwait se realizaron bajo el paraguas de la ONU4, en nombre del respeto a la soberanía de un Estado y de la estabilidad del sistema internacional. Pocos analistas hicieron un esfuerzo por ver más allá de la superficie y sacar a relucir las verdaderas razones que condujeron a los Estados Unidos de Norteamérica a organizar el frente aliado contra la anexión de Kuwait por parte del régimen de Saddam Hussein, es decir, evitar que éste último pudiese controlar un porcentaje significativo del aprovisionamiento en hidrocarburos a los países industrializados y amenazar a Arabia Saudita5.
  • 6  Ver: Black, Conrad: “Counsel to Britain: US Power, the ‘Special Relationship’ and the Global Order (...)
6La llegada de la administración Clinton frente al gobierno estadounidense, con su énfasis en lo económico como el fundamento de las relaciones entre sociedades condujo a percibir la realidad del poder en el sistema internacional como una situación de dominio de los Estados Unidos de Norteamérica, pero matizado por el consenso y aceptación del mismo por parte de los otros actores internacionales, fuesen éstos estatales o no estatales. Analistas norteamericanos acuñaron el concepto de la “hegemonía suave”6: los Estados Unidos, “por defecto”, ante la desaparición de su contrincante y la aceptación de su modelo político y económico por parte de las otras sociedades y de sus representantes, asumía concientemente su predominio como un aporte al bienestar de la humanidad.
  • 7  Ver  Köchler, Hans: The Use of Force in the New International Order. On the Problematic Nature of (...)
7Quienes subscribían a esta visión, evidentemente, dejaban de lado las manifestaciones que mostraban una realidad más compleja: los norteamericanos, bajo el esquema legal de las resoluciones de la ONU con respecto a Irak, mantuvieron la presión sobre el gobierno de Saddam Hussein bombardeando recurrentemente las instalaciones militares iraquíes cuando consideraban que las zonas de seguridad que habían sido establecidas por esas resoluciones eran amenazadas por este régimen. La intervención armada norteamericana en los Balcanes y la progresiva penetración vía acuerdos bilaterales con los Estados ex–soviéticos en el Cáucaso y en Asia central, el apoyo incondicional a Israel y aún la intervención fallida en Somalia conducían a matizar la visión del dominio consensuado y de la “hegemonía suave”7.
  • 8  Osaghae, Eghosa E.: “Political Transitions and Ethnic Conflict in Africa” in Journal of Third Worl (...)
  • 9  Ver: Kaldor, Mary: “New and Old Wars. Organized Violence in a Global Era”,  Stanford University Pr (...)
8Por otra parte, a medida que avanzaba la década de los noventa, la nueva visibilidad que habían adquirido conflictos que habían sido ocultados por la pantalla de la Guerra Fría y otros que habían surgido como consecuencia del fin de la misma, que recibieron el nombre genérico, en la medida que se basaban en factores de orden cultural (lingüístico o religioso), de “conflictos étnicos”8, conducían a la percepción de un profundo “desorden”. Las “revoluciones tranquilas” de Europa central y oriental y su conversión a la democracia y a la economía de mercado habían sido una excepción. El fin de la Guerra Fría en África, especialmente, en Asia y en los Balcanes, había conducido a una desregulación de los marcos dentro de los cuales se desarrollaban los conflictos y a “nuevas guerras”. “Los señores de la guerra”, una copia macabra de los antiguos príncipes feudales, se convertían en la nueva realidad política en aquellos Estados donde el poder central había desaparecido o donde era copado por una “tribu” en detrimento de todas las demás comunidades cobijabas bajo las fronteras de los mismos9.
  • 10  Huntington, Samuel P.: The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, Simon and Schus (...)
  • 11  Kaplan, Robert D.: El Retorno de la Antigüedad. La Política de los Guerreros, Ediciones B, Barcelo (...)
9La ficción del “nuevo orden” había desaparecido en medio de una sensación de desorden y caos y de lanzamiento de posiciones que solicitaban encontrar elementos de sentido y de explicación a la realidad internacional que surgía del fin de la bipolaridad. Los analistas intentaron encontrar elementos macro que nos permitieran construir los lentes para interpretar el sistema internacional. En la academia norteamericana aparecieron dos propuestas contradictorias en cuanto a la determinación de los factores que definían la dinámica del sistema, pero traían consigo el mismo objetivo de dar elementos de análisis a quienes toman las decisiones de política exterior para fortalecer el dominio de los Estados Unidos de Norteamérica en el mundo y contrarrestar aquellos procesos que podían cuestionarlo: Samuel P. Huntington afirmando que la nueva realidad se definía a partir de la defensa de Occidente contra otras civilizaciones, en particular el Islam y una posible alianza entre esta civilización y la china10; y por otra parte, Robert D. Kaplan quien sostenía que nos encontrábamos frente a un retorno a la anarquía y al caos que habían regido la antigüedad11.
  • 12  Drew, Elizabeth: “Neocons in Power” in New York Review of  Books, Volume 50, number 10, June 12, 2 (...)
10A estas dos propuestas se vendría a añadir una tercera que retomaba elementos de ambas y que en lo esencial se había plasmado retomando una postura concebida por funcionarios que habían servido en la administración de Bush padre y que bajo la denominación de “neoconservadores” postulaban que los Estados Unidos de Norteamérica debían poner en marcha una estrategia que combinando aspectos políticos, económicos, culturales y militares aseguraran el predominio absoluto de este Estado sobre el sistema internacional, evitando por todos los medios a su alcance que otro Estado pudiese agenciar los recursos suficientes para contrarrestar la hegemonía norteamericana12.
La llegada al gobierno de la administración de Bush hijo permitió que esta propuesta tomara cuerpo en el aparato de decisión de la política exterior, pero fue solamente con la definición de la respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001 que pudo ser puesta en práctica en su totalidad.
  • 13  Barry, Tom: “Scoundrels and Outlaws” in International Relations Center Commentary, February 26, 20 (...)
11Los atentados con su carga de desconcierto y las concomitantes manifestaciones de solidaridad constituyeron el pretexto que necesitaban los neoconservadores para poner en práctica su propuesta de dominación absoluta. Ante la magnitud del ataque pocos se preguntaron sobre la justificación de las decisiones que se tomaron ni sobre la designación de los enemigos que serían el blanco de esa política. Las invasiones a Afganistán y a Irak con la pretensión de derrotar el ‘terrorismo internacional’ servían de base al designio estratégico de controlar el acceso a las principales fuentes conocidas de recursos en hidrocarburos y de punto de apoyo para el control de las regiones del Cáucaso y de Asia central que se considera guardan las reservas del futuro. Al mismo tiempo una presencia militar, económica y política permitiría contrarrestar el proceso de la consolidación de China como potencia regional y de convertirse en un contendor futuro en la dinámica de poder del sistema internacional13.
12El fin de la Guerra Fría dejó como única gran potencia en el sistema internacional a los Estados Unidos de Norteamérica, cuyos líderes no estaban seguros de cómo consolidar su preeminencia, si ésta se consolidaría como un proceso natural de la adopción del sistema político y económico preconizado por ellos o si era necesaria una política de afirmación creciente que reafirmara su dominio, recurriendo al uso de la fuerza y de la coerción cuando lo consideraran necesario, evitando así la materialización de una nueva potencia que estuviese en capacidad de desafiarlos. Los atentados del 11 de septiembre del 2001 sirvieron de pretexto para poner en práctica esta última opción y dar el salto de una hegemonía “suave” a una hegemonía basada en la fuerza.


2. Restaurar el orden tradicional
Los funcionarios de planificación de la posguerra, como Kennan, advirtieron enseguida que la reconstrucción de las otras sociedades industrializadas occidentales iba a ser fundamental para la salud del sector empresarial estadounidense, porque les iba a permitir importar productos fabricados en Estados Unidos y ofrecer oportunidades de inversión (en este caso, incluyo a Japón como parte de Occidente, de acuerdo con la tradición africana de tratar a los japoneses como “blancos honorarios”). Pero era fundamental que esas sociedades se reconstruyeran de un modo muy específi co. Había que restablecer el orden tradicional de la derecha, con el típico predominio del sector empresarial, la debilitación y la fragmentación de los sindicatos, y el peso de la reconstrucción sobre las espaldas de la clase obrera y los pobres. El principal obstáculo para todo esto era la resistencia antifascista, así que la suprimimos en todas partes del mundo, reemplazándola con frecuencia por fascistas y colaboracionistas. En algunos casos, para eso hacía falta recurrir a la violencia extrema, pero otras veces se lograba lo mismo con métodos más blandos, como la intervención en los procesos electorales y la retención de ayuda alimentaria (todo esto debería fi gurar en el primer capítulo de cualquier libro que describiera francamente la historia de la posguerra, pero en realidad casi nunca se menciona). El modelo se instauró en 1942, cuando el presidente Roosevelt colocó al almirante francés Jean Darlan en el puesto de gobernador general para todas las colonias francesas en el norte de África. Darlan era uno de los principales colaboracionistas nazis y había redactado las leyes antisemitas promulgadas por el régimen de Vichy, equivalente del nazismo en Francia. Sin embargo, fue mucho más importante lo que pasó en la primera zona liberada de Europa, el sur de Italia, donde Estados Unidos siguió los consejos de Churchill e impuso una dictadura de derecha encabezada por el mariscal Badoglio, un héroe de guerra fascista, y el rey Víctor Manuel III, que también era colaboracionista. 
Los funcionarios de planifi cación reconocían que la “amenaza” en Europa no era una posible agresión por parte de los soviéticos, que los analistas más serios, como Dwight Eisenhower, nunca anticiparon, sino más bien un movimiento de resistencia antifascista con ideales democráticos revolucionarios, o los partidos comunistas locales, con sus atractivos y su poder político. Para evitar un derrumbe económico que incrementara la infl uencia de esos dos movimientos y reconstruir las economías capitalistas de Europa occidental, el gobierno estadounidense instauró el plan Marshall, que otorgó a Europa más de 12.000 millones de dólares en préstamos y subvenciones entre 1948 y 1951, fondos éstos que se usaron para comprar una tercera parte de las exportaciones estadounidenses a Europa en 1949, cuando se alcanzó el punto máximo. En Italia, un movimiento de obreros y campesinos liderado por el Partido Comunista había logrado mantener a raya a seis divisiones del ejército alemán durante la guerra y había liberado el norte del país. A medida que fueron avanzando en territorio italiano, las fuerzas estadounidenses dispersaron a esa resistencia antifascista y restauraron la estructura básica del régimen fascista anterior a la guerra. Además, Italia fue una de las principales zonas de influencia electoral por parte de la cia desde su creación. A la Agencia le preocupaba que los comunistas ganaran el poder legalmente en las elecciones decisivas de 1948. Para impedirlo, se usaron muchas técnicas, incluidas la reinstauración de la policía fascista, la irrupción en los sindicatos y la retención de ayuda alimentaria, pero no terminaba de quedar claro que fuera a perder el Partido Comunista. El primer memorándum emitido por el Consejo Nacional de Seguridad, conocido como nsc 1 (1948), detallaba una serie de medidas que iba a tomar el gobierno estadounidense si los comunistas ganaban las elecciones. Una de las respuestas previstas era la intervención armada por medio de asistencia militar para las operaciones clandestinas en Italia.
George Kennan y sus funcionarios proponían la intervención militar antes de las elecciones, porque no querían correr riesgos, pero otros lo convencieron de que podía lograr su objetivo mediante la manipulación del proceso electoral, y finalmente tenían razón. En Grecia, los soldados británicos hicieron su ingreso cuando los nazis ya se habían retirado. Allí impusieron un régimen corrupto que generó mayor resistencia, y Gran Bretaña, en su decadencia de posguerra, no pudo mantener el control. En 1947 intervinieron las fuerzas estadounidenses, que respaldaron una guerra sangrienta con un saldo de 160.000 muertes.
A esta guerra no le faltaron torturas, decenas de miles de exiliados políticos, “centros de reeducación” para otras decenas de miles de griegos ni operaciones de destrucción de sindicatos u otros movimientos políticos independientes.  Grecia quedó en manos de los inversores estadounidenses y los empresarios locales, mientras que gran parte de la población tuvo que emigrar para sobrevivir. Entre los benefi ciados se encontraban los colaboracionistas, y las principales víctimas fueron los obreros y los campesinos de la resistencia antinazi, liderada por el Partido Comunista.  Nuestra defensa triunfal de Grecia contra sus propios habitantes sirvió de modelo para la guerra de Vietnam, como explicó el embajador Adlai Stevenson ante las Naciones Unidas en 1964. Los asesores de Reagan utilizaron exactamente el mismo modelo para describir la situación de América Central y para muchos otros lugares. En Japón, el gobierno estadounidense lanzó el llamado “rumbo inverso” de la ocupación en 1947, que puso fi n a los primeros pasos hacia la democratización adoptados por el régimen militar del general MacArthur. Estas políticas de “rumbo inverso” eliminaron los sindicatos y otras fuerzas democráticas para dejar al país en manos de los sectores empresariales que habían apoyado al fascismo japonés, un sistema de poder estatal y privado que todavía subsiste.  En 1945, cuando las tropas estadounidenses ingresaron en Corea, dispersaron el gobierno popular, compuesto principalmente de antifascistas que se habían resistido a los japoneses, y lanzaron una represión brutal empleando las fuerzas policiales fascistas de japoneses y coreanos que habían colaborado con ellos durante la ocupación. Unas 100.000 personas resultaron asesinadas en Corea del Sur antes de que empezara lo que conocemos como la guerra de Corea. De esa cifra, entre 30.000 y 40.000 personas murieron en la represión de un levantamiento campesino dentro de la pequeña isla de Jeju. En Colombia, por su parte, hubo un golpe de Estado fascista, inspirado por la España de Franco, que no suscitó protesta alguna por parte del gobierno estadounidense, como tampoco ocurrió con el golpe militar de Venezuela ni con el regreso al poder de un admirador del fascismo en Panamá, pero el primer gobierno democrático en la historia de Guatemala, que se basó en el New Deal de Roosevelt, despertó un antagonismo feroz en Estados Unidos.
En 1954, la cia ideó un golpe de Estado que transformó a Guatemala en un verdadero infi erno. Desde entonces, el país sigue así, con intervenciones sistemáticas por parte de Estados Unidos, sobre todo en los mandatos de Kennedy y Johnson. Para la eliminación de la resistencia antifascista se recurrió a criminales de guerra como Klaus Barbie, un ofi cial de la ss que había encabezado la Gestapo en la ciudad francesa de Lyon, donde se había ganado el sobrenombre de “el carnicero de Lyon”. Aunque fue responsable de muchos delitos atroces, el ejército estadounidense lo dejó a cargo del espionaje en Francia. En 1982, cuando fi nalmente lo trasladaron de regreso a Francia para juzgarlo como criminal de guerra, el coronel retirado Eugene Kolb del Cuerpo de Contrainteligencia del Ejército Estadounidense explicó que lo habían usado como agente porque “sus habilidades eran muy necesarias […]. Sus actividades habían apuntado contra el partido comunista francés y contra la resistencia clandestina”, que eran blanco de represión para las fuerzas de liberación estadounidenses. Como Estados Unidos estaba siguiendo con lo que los nazis habían dejado a medias, era lógico que emplearan especialistas en actividades contra la resistencia. Más adelante, cuando ya era difícil o imposible proteger a esos personajes útiles en Europa, muchos de ellos (incluido Barbie) fueron despachados a Estados Unidos o a América Latina, incluso con la ayuda del Vaticano y de los sacerdotes fascistas. Allí se transformaron en asesores para los regímenes militares que respaldaba Estados Unidos y que se basaban, con frecuencia abiertamente, en el Tercer Reich. Otros se dedicaron al narcotráfi co, la venta de armas, el terrorismo y la docencia, ya que les enseñaban a los campesinos las técnicas de tortura inventadas por la Gestapo. Algunos de sus discípulos terminaron en América Central, lo que ofrece un vínculo directo entre los campos de exterminio y los escuadrones de la muerte, todo eso gracias a la alianza de posguerra entre Estados Unidos y la ss.


3. Cinco hechos que son necesarios para entender el nuevo orden global


En la reunión del Foro Económico Mundial en Davos la semana pasada, se abordaron al menos tres versiones diferentes sobre el futuro orden mundial. Una de ellos fue la difundida por un combativo Donald Trump, que pedía una retirada estadounidense a gran escala del orden actual. Otra provino de los líderes chinos, que propusieron un nuevo sistema económico global organizado en torno a Pekín. Paralelamente, el canadiense Justin Trudeau y el francés Emmanuel Macron instaron a los líderes occidentales a redoblar la apuesta del actual orden liberal.
Sería un error desestimar sus discursos por considerarlos insustanciales. Este debate es extremadamente serio. Los resultados probablemente determinen el futuro de la estabilidad mundial, así como la seguridad y la prosperidad de todos. Si los líderes de los principales países y organizaciones internacionales no pueden coincidir en sus posturas, nos esperan momentos difíciles. En lugar de retirarse, lo que se necesita hoy más que nunca son nuevas ideas, instituciones y proyectos para superar la próxima tormenta.
Estamos viviendo momentos inusuales. El orden liberal mundial se encuentra en un avanzado estado de crisis. Y a medida que el mundo cambia rápidamente de una realidad unipolar a una multipolar, el sistema internacional mismo está expuesto a una profunda inestabilidad. Si la situación no se maneja con extremo cuidado, la posibilidad de un colapso de proporciones es real. La pregunta es si nuestros líderes mundiales son capaces de asimilar plenamente lo que está sucediendo en tiempo real y si pueden concentrar la acción colectiva para establecer nuevas reglas de conducta.
El viejo orden liberal mundial ha servido como fundamento de la paz y la estabilidad desde 1945. Fue concebido expresamente por los Estados Unidos y sus aliados occidentales para evitar conflictos armados y el nacionalismo económico que los originó. Está compuesto por las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el G20 y un conjunto de tratados y acuerdos. Aunque experimenta sus altibajos, establece las reglas para un juego estable beneficioso para todos.
Si bien prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que un sistema basado en reglas es fundamental para administrar la seguridad y el comercio, se está librando una lucha de poder sobre quién las escribe y las aplica. El espectacular auge de China en las últimas dos décadas y el declive relativo de los EE. UU. significa que la tensión finalmente estallará. Sin embargo, la mayoría de los occidentales solo son ligeramente conscientes de lo que ocurre ya que se les retiró el apoyo demasiado pronto. La posibilidad de errores de cálculo graves —incluidas las acciones comerciales de los Estados Unidos contra China— está aumentando, con efectos en cadena potencialmente devastadores para la economía mundial.
Para comprender los cambios abruptos que están sucediendo, tenga en cuenta estos cinco hechos.
1) China está superando a EE.UU. económicamente
Según algunas mediciones, el 35 % del crecimiento mundial de 2017 a 2019 provendrá de China, el 18 % de los EE. UU., el 9 % de la India y el 8 % de Europa. Para el año 2050, las cinco mayores economías mundiales probablemente sean China, India, EE. UU., Brasil e Indonesia.
2) China lidera el mayor plan de urbanización y desarrollo de infraestructura de la tierra
El proyecto de 900 mil millones de dólares "La Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda" (One Belt and One Road, OBOR) ya se encuentra en su quinto año e incluye nuevas carreteras, vías de navegación y proyectos de construcción que se extienden a más de 65 países. La idea es reconfigurar literalmente el comercio global de China a través de Asia, Medio Oriente, África y Europa. Si bien los detalles son muy vagos, bancos estatales chinos están financiando OBOR, con el aporte de una modesta contribución estratégica por parte de un nuevo Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura respaldado por China, en asociación con otras instituciones.
3) China se convertirá en una central eléctrica ecológica mundial
China señaló su intención de liderar la mitigación del cambio climático después de firmar el Acuerdo de París sobre el clima 2015. Para el año 2025, la mayoría de los automóviles nuevos en China serán vehículos completamente eléctricos. China está reduciendo agresivamente el uso del carbón. Actualmente, más del 60 % de los trenes de alta velocidad del mundo están en China (10 veces la longitud en Japón, por ejemplo). Recientemente, China también se comprometió a lograr cielos azules en todas sus ciudades principales dentro de tres años. Los cambios ya se están sintiendo: el aire de Pekín es un 30 % más limpio este invierno que el invierno pasado.
4) China también está marcando el ritmo mundial en una economía digital, incluidos los pagos sin efectivo.
En las principales ciudades, hasta el 90 % de todas las transacciones comerciales y minoristas en tiendas de conveniencia y cafés se realizan a través de Alipay y Wechat. Las entregas del comercio electrónico en las grandes ciudades chinas a través de Alibaba son actualmente las más rápidas del mundo. Una compañía, Alibaba, efectuó ventas de 25 mil millones de dólares en solo un día, lo que hizo que las ganancias de los llamados Black Friday y Cyber Monday de los Estados Unidos parezcan pequeñas.
5) Las universidades chinas también se están convirtiendo en las mejores del ranking internacional.
Dos escuelas, la Universidad de Pekín y la Universidad Tsinghua, pasaron de estar muy por debajo de las 200 mejores a las 30 mejores en cinco años. Hay otras 40 universidades que no se quedan atrás y que ingresarán a la élite en los próximos años. Si bien los estudiantes chinos aún buscan educación en las mejores escuelas de Norteamérica y Europa Occidental, pronto no tendrán que hacerlo.
CONCLUSIÒN
Al mismo tiempo, el oeste parece estar dormido al volante. Existe una cierta ironía en nuestra situación actual. Por un lado, el mundo está experimentando niveles de prosperidad y conectividad sin precedentes, debido en gran parte al orden liberal mundial respaldado por los Estados Unidos. Sin embargo, estos avances están asociados con una complejidad cada vez mayor y riesgos sistémicos, lo que aumenta la vulnerabilidad del derrumbe del orden liberal. Las instituciones globales y nacionales del mundo pierden paulatinamente la capacidad de manejar las tensiones en el sistema. Resulta que las democracias carecen de los sistemas de incentivos para responder a las exigencias de orden superior y de largo plazo.
Ante las amenazas, que van desde el cambio climático hasta el avance tecnológico masivo, el mundo necesita desesperadamente un gobierno global estable y capaz. Y sin embargo, existe una creciente resistencia a la gobernanza liberal debido al aumento de las desigualdades y la frustración con los supuestos fracasos del orden liberal. Francis Fukuyama y Jan-Werner Müller consideran el populismo y el surgimiento del nacionalismo económico local como una de las amenazas más graves para la estabilidad futura. El riesgo de un colapso desordenado del sistema es más real que nunca.
Si queremos sobrevivir a la transición geopolítica mundial, antes debemos aceptar que la era de la hegemonía de los Estados Unidos llegó a su fin. En su lugar, el mundo está cambiando a un nuevo orden multipolar con los Estados Unidos y China en su centro. Debemos restaurar y reconstruir instituciones estables y normas que consideren el nuevo contexto. Tendrán que ser más inclusivas, representativas y legítimas. El rol de los mecanismos internacionales de cooperación (como el G20), las organizaciones regionales, los actores no estatales, en especial los actores financieros y filantrópicos, también deberá ser elevado. Más aún, las ciudades reclaman su lugar, afirma Urban20, un espacio de colaboración entre las ciudades más grandes del mundo, que se lanzará formalmente en octubre de 2018.
Todo esto será un trago amargo para los fieles del orden liberal global. También será necesario explicárselo a un público que está acostumbrado al cambio lineal. Las transformaciones actuales son tanto no lineales como cada vez más exponenciales, procesos que son difíciles de comprender para los humanos. Estamos obsesionados con la marcha de las democracias y los principios subyacentes en los que se basan, pero debemos aprender a comprometernos y adaptarnos a sistemas de valores múltiples.
El próximo orden será más complejo y probablemente más precario, pero ese es el nuevo mundo feliz que enfrentamos.




La segunda guerra mundial enfrentó a Alemania contra los países aliados de occidente como Estados Unidos o ___________(1). El papel de la potencia norteamericana al final de aquella guerra eminentemente europea fue doblemente estratégico, por un lado, aseguró la dependencia de los países europeos en reconstrucción mediante _____________ (2) y por el otro, impulsó el desarrollo de su industria al __________________(3).   El principal obstáculo para todo esto era la resistencia antifascista, así que debía ser ____________(4) en todas partes del mundo, reemplazándola con frecuencia por dirigentes de derecha. En algunos casos, para eso hacía falta recurrir a la violencia extrema, pero otras veces se lograba lo mismo con métodos más blandos, como la intervención en los procesos _____________(5) y la retención de ayuda alimentaria. Los funcionarios de planificación reconocían que la “amenaza” en Europa no era una posible agresión por parte de los _____________(6),  sino más bien aquellos movimientos de resistencia antifascista con ideales democráticos revolucionarios, o los partidos ______________(7) locales, con sus atractivos y su poder político. Para evitar un derrumbe económico que incrementara la influencia de esos dos movimientos y de paso reconstruir las economías capitalistas de Europa occidental, el gobierno estadounidense instauró __________(8), que otorgó a Europa más de 12.000 millones de dólares en préstamos y subvenciones entre 1948 y 1951, fondos éstos que se usaron para comprar una tercera parte de las _____(9) estadounidenses a Europa en 1949. 

Hacia 1989, el orden de carácter bipolar en el que dos grandes potencias se disputaban el dominio político y económico durante lo que se ha llamado la ____________(10) llegó a su fín con ________________(11).  Se pasó de la bipolaridad a la hegemonía. Las circunstancias nacientes en los 90 condujeron a percibir la nueva realidad como una que garantizaría el predominio de la ley y de la cooperación internacional, lo que se tradujo en la expresión de “nuevo orden internacional”, basado no solamente en la dependencia de los demás países, sino en ____________ (12) de intervención a los ojos de  toda la comunidad mundial, papel que lleva a cabo la ONU,  como un instrumento ______________(13) Durante la crisis en el Golfo Árabo-Pérsico, la ficción de la “legitimidad” se mantuvo en la medida en que las acciones legales y militares contra la invasión del ejército iraquí a Kuwait se realizaron con la autorización  de la ONU, en nombre del ___________(14) de un Estado y de la estabilidad del sistema internacional. 




Comentarios

  1. buenos dias la nivelacion de 11 es la misma para decimo es que solo aparece nivelacion para 11 y no para decimo... gracias por la respuesta

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