RECUPERACIÓN GRADO 10 ECONOMÍA PRIMER PERIODO



INGRESO DE COLOMBIA A LA OCDE: CONSOLIDANDO EL DESASTRE NEOLIBERAL

Por: Mario Alejandro Valencia. Extraído, con fines pedagógicos, de la Revista Deslinde


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Introducción La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, nació en 1960. Tuvo como predecesora a la llamada Organización para la Cooperación Económica Europea, creada en 1948 por recomendación de Estados Unidos, para supervisar los recursos otorgados por esta nación a través del Plan Marshall, financiado por el entonces Banco Internacional para la Reconstrucción y el Fomento, hoy conocido como el Banco Mundial. La OCDE hace parte de la familia de instituciones creadas por Estados Unidos y Europa tras la Segunda Guerra Mundial, como el Fondo Monetario Internacional, FMI, que tienen el propósito de defender los mercados libres, la movilidad irrestricta de capitales y la renuncia del Estado a intervenir en la economía y a proveer de bienestar a su población. En efecto, los 34 países miembros de la OCDE comparten la característica común de su absoluta convicción y categórica aplicación de estos postulados, aun a pesar de la profunda crisis económica que azota a buena parte del planeta, incluyendo a los mismos países de la OCDE.

 ¿Las “recomendaciones” de la OCDE, son para el desarrollo? El presidente Santos dijo que “las recomendaciones de la OCDE, fueron tenidas en cuenta para elaborar nuestro Plan de Desarrollo". Este argumento sería suficiente para develar la naturaleza de dicha institución. Pero su alcance va más allá: en el “Estudio Económico de la OCDE sobre Colombia”, publicado por esta organización en enero de 2013, hace unas recomendaciones que, lejos de ser directivas para buscar el desarrollo, condenan al país a profundizar un modelo económico al servicio de las grandes potencias que la conforman. Las recomendaciones que hace la OCDE hablan por sí solas: 

• “El plan del gobierno de ajustar gradualmente la política fiscal, en conformidad con la Regla Fiscal, es una buena medida. 
• Reducir los costos laborales no salariales sumamente elevados mediante la aplicación de la reforma fiscal prevista y realizar nuevos recortes en las cotizaciones a la seguridad social y otros pagos obligatorios relacionados con el trabajo. 
• Evitar el aumento del salario mínimo, por encima de la inflación de los precios. Estudiar la posibilidad de fijar el salario mínimo en función de la región y la edad para ajustar los costos laborales a la productividad y tener en cuenta las diferencias en los costos de vida. 
• Promover la apertura comercial mediante la continuación de la reducción gradual de los aranceles. 
• Mejorar la organización del sistema de atención de salud para aumentar la rentabilidad mediante la reducción de la fragmentación del sistema de seguros y la integración vertical entre aseguradores y proveedores.
 • Continuar incrementando las reservas internacionales, al tiempo que se esterilizan, para amortiguar los choques externos”.

 No existe una reforma neoliberal adelantada por Santos que no sea aplaudida o recomendada por la OCDE: la Reforma a las Regalías que usurpa a las regiones los recursos y los concentra bajo el poder del Gobierno Nacional Central; la Reforma a la Salud que deja intactas a las EPS, intermediarios financieros que impiden que los colombianos tengan acceso a la salud; la Reforma Pensional y hasta la persecución a los pequeños mineros nacionales para abrirle paso a la gran minería transnacional, hacen parte del cúmulo de orientaciones de la OCDE que Colombia ha venido aceptando y que tendrá la obligación de aplicar una vez sea miembro activo. 

Santos dice que ingresar a la OCDE es “incrementar aún más la confianza de los inversionistas en nuestro país”. Esa confianza inversionista es la misma que ha dejado a Colombia con una balanza de pagos negativa en 52.000 millones de dólares entre 2001 y 2012 y que tiene al país endeudado en más de 81.000 millones de dólares. Cifras exorbitantes que en la cruda realidad prueban que Colombia es un perdedor neto en sus relaciones económicas internacionales. Las imposiciones de la OCDE implican para Colombia renunciar a la posibilidad de implementar un modelo económico que proteja el aparato productivo nacional, a su mercado interno y al trabajo local; además de buscar la consolidación de un mercado regional de bienes complementarios de alto valor agregado, que no nos lleven a una competencia salvaje con nuestros vecinos, como lo promueven los tratados de libre comercio, la principal talanquera de la integración latinoamericana. 

¿La OCDE es solo un “club de buenas prácticas”, como dice Santos? Santos intenta hacerle creer al pueblo colombiano que Colombia es un país en vías de desarrollo, aunque su aparato productivo esté en vías de extinción. La idea de que la OCDE se ha fijado en nuestro país porque estamos haciendo las cosas bien en términos de políticas públicas, es una afrenta a los sectores agrícolas y manufactureros que están sucumbiendo ante las importaciones desde las naciones que el mismo Santos considera como los mejores aliados. Ingresar a la OCDE significa profundizar el tipo de relaciones econó- micas que lleva a la quiebra a miles de productores nacionales. El júbilo de algunos con la noticia de aceptación de Colombia en esta organización, demuestra el éxito del engaño de quienes ven como un gran triunfo la importación de comida y vehículos baratos, traídos a costo de reemplazar la producción y con esta los empleos que se necesitan para comprar esas mismas mercancías. 

Aunque la OCDE no tiene capacidad de imponer condiciones crediticias y financieras a sus miembros, como lo hace el FMI o el Banco Mundial, sí tiene una gran incidencia en las decisiones económicas de sus miembros. La OCDE tiene el poder de adoptar decisiones y recomendaciones que significan para sus miembros la adopción de normas, estándares y directrices de políticas. Las decisiones de la OCDE tienen las mismas obligaciones de Tratados Internacionales. Las recomendaciones no tienen carácter legal, sin embargo, el hecho de ingresar a la OCDE se entiende como una obligación tácita por aceptarlas. Este marco de normas y políticas van en la dirección de hacer de la OCDE una especie de supra- Estado del libre comercio, al cual deben sujetarse los países que acepten hacer parte de su institucionalidad. En la práctica, los países van adecuando su legislación al conjunto de directrices y códigos dictados por la OCDE, los cuales se disfrazan como códigos de “buenas prácticas”. Por ello no es de extrañar que el gobierno quiera dar la impresión de querer establecer mecanismos de control de calidad y gobierno corporativo, a lo que en principio nadie se opondría. 

La verdad es que las recomendaciones de la OCDE tienen el único propósito de facilitar los negocios del capital monopolista y especulativo, porque, fuera de su nombre rimbombante, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, solo está preocupada por abolir los obstáculos para intercambiar bienes y servicios y liberalizar los capitales, como reza su carta de principios. Para lograr estos principios, la OCDE ha creado 26 campos de acción que van desde la agricultura hasta la salud, pasando por la educación, la industria, el ambiente, las pensiones e incluso el internet. El ingreso de Colombia a la OCDE implica reconocer la identidad ideológica que existe con los principios del libre comercio, aceptados por el gobierno como un acto de fe, además de tener que aceptar el acumulado de estándares fabricados por esta organización en más de cinco décadas. 



Preguntas


Consultar el significado de las palabras desconocidas (Balanza de pagos, Neoliberalismo, Libre comercio, monopolista, etc)

¿Cuál es la idea fundamental del texto?

¿Cuál es la relación de la OCDE con los grandes capitales?

¿Por qué la intención de ofrecer "Seguridad inversionista" ha terminado por traer una deuda mayor al país?

A qué se refiere el autor cuando habla de la posibilidad de la existencia de un supra - Estado



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