ANTROPOLOGÍA 

¿Qué tan especiales somos? ¿En qué medida somos “uno mismo” y en qué grado resultamos producto de una cultura particular? ¿Cuánto influyen, y cuánto debieran predominar, los antecedentes culturales sobre nuestras acciones y decisiones? Los estadounidenses no aprecian por completo el poder de la cultura debido al valor que su propia cultura atribuye al “individuo”. Los estadounidenses consideran a cada individuo como único. En la cultura estadounidense, el individualismo en sí es un valor compartido distintivo, una característica que se transmite constantemente en la vida diaria. En los medios de comunicación destacan más historias que se relacionan con individuos en contraste a las que se refieren a grupos. Desde la escuela hasta los comerciales de televisión, insisten en que cada individuo es “alguien especial”. Que primero somos individuos y después miembros de grupos, lo opuesto a lo que hemos de saber de la cultura. Ciertamente, como individuos poseemos características que nos distinguen; sin embargo, contamos con otros atributos por el hecho de pertenecer a grupos culturales. Por ejemplo, una comparación entre Estados Unidos con Brasil, Italia o virtualmente cualquier otra nación latina mostró contrastes entre una cultura nacional que desalienta el afecto físico (la estadounidense), y otras culturas que no lo hacen. Los brasileños se tocan, abrazan y besan entre ellos con mucha más frecuencia que los estadounidenses. Tal comportamiento refl eja años de exposición a tradiciones culturales particulares. Los brasileños de clase media enseñan a sus hijos, hombres y mujeres, a besar (en la mejilla, dos o tres veces, de ida y vuelta) a cada pariente adulto que saludan. Dado el tamaño de las familias extensas brasileñas, esto puede significar cientos de personas. Las mujeres siguen besando a toda la parentela durante sus vidas. En cambio, hasta que son adolescentes, los varones besan a todos los parientes adultos; y por lo general siguen besando a los parientes femeninos y amigas, así como a sus padres y tíos. ¿Usted besa a su padre? ¿A su tío? ¿A su abuelo? ¿Y a su madre, tía o abuela? La respuesta a estas preguntas puede diferir entre hombres y mujeres, y depende de si se saluda a parientes masculinos o femeninos. La cultura puede ayudar a dar sentido a dichas diferencias. En Estados Unidos, la homofobia cultural (temor a la homosexualidad) puede ocasionar que los varones estadounidenses eviten muestras de afecto con otros hombres. De igual modo y con frecuencia se alienta a las mujeres en Estados Unidos a mostrar afecto, mientras que a los varones se les recomienda lo contrario. Es importante apuntar que tales explicaciones culturales se apoyan en el ejemplo y la expectativa, y que ningún rasgo cultural existe porque sea natural o correcto. El etnocentrismo consiste en mirar la
propia cultura como superior y aplicar sus valores para juzgar a las personas de otras culturas. ¿A usted le resulta fácil trascender su propia experiencia quitándose las anteojeras etnocéntricas? ¿Cuán fácil es para usted ver más allá de ellas a partir de su propia experiencia? ¿Tiene alguna posición etnocéntrica con relación a las muestras de afecto?



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